sábado, 29 de junio de 2013

Crónicas de... Dengaku

El pasado miércoles tuvimos la oportunidad de hacer una especie de viaje al pasado, sin movernos del Museo de Arte Decorativo de Madrid, para contemplar en directo un baile tradicional japonés, el dengaku.


Se trata de un baile propio de los campesinos japoneses relacionado con la siembra del arroz, para pedir suerte y una buena cosecha, que se desarrolla con elementos de acrobacia y malabarismos. Los bailarines van ataviados con ropas coloristas y sombreros tradicionales decorados con coloridas flores, y algunos tocan tambores y flautas de madera.

Según la página de la Fundación Japón, donde se recoge más información acerca de este evento, se trata de danzas que comenzaron en Kioto y en otras ciudades japonesas entre los siglos XI y XVI. Sin embargo, con el tiempo acabaron desapareciendo hasta que Mannojo Nimura (1959-2004) las recuperó, haciéndolas más atractivas para el público general y dándoles un toque más contemporáneo.

En esta ocasión, los encargados de representar este baile regional fueron los miembros de la compañía ACT.JT, que poco después de las 19:00 horas hacían sonar sus tambores y sus flautas por la calle mientras desfilaban rítmicamente hacia el vestíbulo del museo donde esperábamos unas decenas de 'viajeros' al pasado.

Así, desde nuestra posición en la primera planta con vistas al vestíbulo, pudimos ver los músicos de los tambores y la flauta, que encabezaban la marcha, los bailarines, el rey (caracterizado como un tengu), el Shishi (un león fantástico), otros bailarines ataviados con gorros que simulaban ser árboles de cerezo... Todo un desfile de color y sonido que transportaron a los asistentes a un mundo mágico.

Creemos, atendiendo a la descripción que en la Fundación Japón hacen del dengaku tradicional, esta era una versión ligeramente reducida. 

Empezó con una representación de la siembra por parte de un bailarín destacado, que siguiendo el ritmo del tambor, utilizó su vara decorada como azada para preparar el suelo. A continuación, 'desperdigó' el arroz, y más tarde lo segó, mientras el tambor marcaba los tiempos. Y después de eso, varios bailarines más se le unieron para realizar un baile muy dinámico y movido, lleno de energía.

Después el rey realizó un baile fuerte y silencioso, enigmático como su propia naturaleza, llevando una máscara de tengu, para purificar la tierra, y es más tarde acompañado por el león (Shishi), cuyo alegre baile y suave 'mordedura' trae buena suerte a los asistentes. De ahí que tradicionalmente los japoneses consideren buena señal que les muerda el Shishi (a pesar de lo mal que puede sonar a nuestros oídos).

Los bailarines del dios, ataviados con sombreros que recuerdan a los cerezos simbolizan con su baile rítmico y pausado la llegada de los campesinos al jardín del dios, acompañados después por músicos que llevan tambores y sasaras (instrumentos de madera que suenan como una carraca). Con un baile conjunto, lleno de energía, se puso fin a esta representación. Y después abandonaron el vestíbulo, llevándose con ellos los tambores y las flautas. 

Nos ha gustado mucho porque ha sido una experiencia emocionante y emotiva, una muestra de la cultura de Japón que nunca habíamos podido ver y que nos ha parecido curiosa y muy atractiva. Tenemos una parte de la actuación grabada en vídeo (justo desde antes de la intervención del Shishi) para que podáis echarle un vistazo vosotros mismos. ¿Qué os parece? :)

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Cho Sakura, para Shinano no Shiro

1 comentario:

  1. Qué bonitas son las danzas tradicionales. Gracias por el post y por el vídeo!

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