"Cuando era pequeño un día acompañé a mi padre a la provincia de Mushashi para reunirse con el líder del clan Hôjo. Al llegar a una colina de la que sería Edo en un futuro, vi una gran montaña, Fuji-san. La montaña sagrada de Japón se alzaba majestuosa y magnánima pues en todos mis años de vida no he visto jamás su furia ardiente. Aquel día decidí que, si algún día llegaba a ser daimyo, sería como Fuji-san"
Crónicas del Clan Chô, Keichô 8, 24 día del sexto mes.
La veneración que durante siglos han profesado los nipones hacia el Monte Fuji le ha valido estos días atrás su entrada en la lista de la UNESCO como patrimonio de la Humanidad siendo reconocido como "objeto de veneración y fuente inagotable de arte"
Pero no son sus erupciones lo más representativo de esta montaña, sino su carácter divino desde tiempos de los samurais. Es en esta época cuando se comienzan a utilizar los kanjis que permanecen hasta hoy. Su nombre real es Fuji-San (富士山), pero debido a la lectura incorrecta de su último kanji se le ha conocido, sobre todo en los países de habla hispana, como Fujiyama.
Los japoneses, muy dados a reglas nemotécnicas curiosas, recuerdan la altura de este coloso (3.776 m.) como "Minaro"; "Mi" por "3" (三), "Nana" por "7" (七), "Ro" por "6" (六). Esta palabra, además de recurso para no suspender un examen de geografía" se enseña para "tomar ejemplo" del Monte Fuji y ser tan alto como Él, en lo espiritual.
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Cho Shingen, para Shinano no Shiro
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